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Queremos un mundo feminista


Antes de la pandemia:


El feminismo que, como corriente de pensamiento surge en el siglo XIX y se manifiesta como una de las más importantes referencias de cambios sociopolíticos en el siglo XX irrumpiendo con especial relevancia en el siglo XXI, ha ido incorporando análisis y propuestas diferentes, a partir de los contextos históricos con los que, a lo largo de décadas, ha entrado en diálogo y debate.


Su análisis parte de la crítica del patriarcado (supremacía de los varones sobre las mujeres) como elemento sustentador de la mayoría de culturas y sociedades y el compromiso y la lucha por la igualdad y respeto a la diversidad de los derechos de las mujeres.


El feminismo se expresa o canaliza a través de los Movimientos Feministas que tienen una clara vocación de permear todos los ámbitos de la vida, con una mirada especial a las políticas públicas.


Desde 2018 el movimiento feminista dio un salto cuantitativo y cualitativo de visibilidad e influencia política a nivel mundial, lo que no ha impedido debates internos, a partir de las diferentes corrientes y postulados que nutren el feminismo.


Como movimiento social, con diferente visibilización, relevancia e influencia según países, en los últimos años ha sabido establecer alianzas con otros movimientos sociales con los que comparte análisis y estrategias (movimientos ecologistas, mareas en defensa de una sanidad, educación y dependencia impulsadas y sostenidas desde el sector público frente a movimientos privatizadores, movimiento de pensionistas por un sistema público de pensiones) al tiempo que desarrolla una crítica directa al sistema capitalista neoliberal.


Así, antes de la Covid19, desde los movimientos feministas ya se estaban anticipando y evidenciando muchos de los graves problemas que la pandemia ha puesto de manifiesto y agudizado.


En este sentido, recordamos unas recientes declaraciones de la escritora Naomi Klein, recordando que los momentos de crisis lo son también de oportunidad para avanzar hacia la sociedad que queremos, hacia esa transformación... “La buena noticia es que estamos en una mejor posición que en 2008 y 2009. Hemos trabajado mucho en los movimientos sociales durante estos años para crear plataformas de personas”, señala.


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Durante la pandemia:


La aparición del virus en diciembre de 2019 y su extensión como pandemia han alterado y trastocado todo lo relacionado con las vidas individuales y colectivas en la mayoría de los continentes y países, aunque con diferente incidencia en unos y otros, siendo especialmente grave la situación en los llamados países del norte rico y desarrollado.


Las consecuencias de la crisis que afectan de manera especial a las personas más vulnerables, tiene unas implicaciones sociales especialmente significativas y lesivas para las mujeres:

* Las mujeres asumen la mayor parte de los cuidados en diferente ámbitos (remunerados y no remunerados), recibiendo un impacto asimétrico de la crisis.

* Desde el punto de vista de la salud, sus vidas se están viendo enfrentadas a una mayor vulnerabilidad .

* Sus salarios y, por tanto, sus pensiones están precarizados a partir de la brecha salarial existente.

* Siguen estando subrepresentadas en los puestos de liderazgo y decisión.

* Las políticas de confinamiento están exacerbando e invisibilizando, aún más, la violencia de género.

* Negociación en la casa: las mujeres siguen cargando con el peso de las tareas, no hay reparto equilibrado.

* Significativa presencia de mujeres profesionales y voluntarias en ámbitos de máxima peligrosidad: sector sanitario y residencias de personas mayores.


¿Qué encontraremos en la nueva normalidad, cuando salgamos a la calle? ¿Existe algún indicio para pensar que saldremos a una sociedad más feminista, a un país más igualitario en el que las mujeres tengan las mismas oportunidades que los hombres y las premisas que sustenten esa sociedad sean los valores que hemos desgranado en puntos anteriores?


Por un lado, el feminismo tiene un gran reto en seguir defendiendo, más si cabe, un sistema de sanidad pública para todas. La crisis sanitaria en la que estamos inmersas, ha logrado amplio consenso en esa defensa, convirtiéndola en bandera social y política en estos días, que deberá materializarse, evidentemente, con mayor dotación de medios y, deseable, un pacto social.

Se pide regularizar la situación administrativa de todas las personas que no tienen los derechos básicos garantizados por tener unas condiciones administrativas irregulares, véase especialmente las mujeres que trabajan como empleadas de hogar, cuyas reivindicaciones se han intensificado en este momento de alta vulnerabilidad social al no tener reconocido su derecho a la prestación de desempleo de forma estable, más allá del momento actual.

Del mismo modo, desde el feminismo se valora como necesaria y urgente la tramitación de una renta básica, o ingreso mínimo vital, que asegure vidas dignas de ser vividas y una regulación del derecho a una vivienda digna que, como ha evidenciado la situación de confinamiento, son elementos clave para facilitar convivencia y prevención.

La escandalosa situación de las residencias de personas mayores en las que la dialéctica del beneficio frente a la vida se ha hecho patente con toda su crudeza, hace que, desde el feminismo, se perciba como prioritario los cuidados para una vida digna en el marco de un mayor desarrollo de la ley de dependencia.

Así, desde una mirada feminista, la presencia y ausencia de las mujeres en según qué ámbitos, el reconocimiento o no de sus derechos... provoca que se evidencien muchas decisiones, pendientes y urgentes, a tomar.


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Preguntas para repensar otro mundo posible:


  1. La salida de la crisis, ¿plantea nuevos retos al feminismo? ¿Saldremos siendo una sociedad más feminista de esta crisis?

  2. ¿Se implementarán medidas específicas en el mercado laboral para reducir la precariedad laboral de muchas mujeres?

  3. ¿Se renovará el pacto de Estado sobre violencia de género con dotación presupuestaria?

  4. ¿Se desarrollarán nuevas medidas para mejorar la conciliación familiar y laboral, dado que vemos el teletrabajo como un elemento clave para mejorar la conciliación y puede ser una medida que haya llegado para quedarse?

  5. El techo de cristal para las mujeres sigue siendo una realidad a nivel mundial. Sin embargo, observamos que la crisis de la Covid19 ha puesto de relieve diferencias significativas a la hora de gobernar y tomar decisiones en países de distintos contextos geográficos y culturales donde las mujeres que gobiernan han jugado un papel clave, ¿para cuándo una sociedad que establezca mecanismos habituales de reconocimiento y presencia de las mujeres en puestos clave de responsabilidad?

  6. ¿Vamos a prestar especial atención a una educación desde la igualdad?

  7. ¿Cómo incorporar en la educación y en la vida cotidiana la visibilización de mujeres referentes en todos los campos de la vida social y política hasta que la igualdad sea haga costumbre?


Puedes descargarte la Guía de preguntas completa pinchando aquí.

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